La clase de infantil de 4 años hizo una salida programada, el 27 de abril, a la Fundación Sales, en Samil.
Aunque también funciona como un invernadero de venta de plantas al público, su labor principal es la de jardín botánico, en el cual se cuidan y exponen numerosas plantas, arbustos, árboles... de distintas partes del mundo.
El recorrido por el jardín de Sales es una sorpresa detrás de otra por la variedad de plantas y espacios singulares, espacios que transmiten una intensa calidez y serenidad.
Es un "pequeño paraíso" en medio de la ciudad. Allí dentro parece que estás en otro país, en otro mundo, se respira paz, belleza y tranquilidad por todos sus rincones.
Llegamos y la monitora nos fue mostrando diferentes plantas y flores, de tierra, agua e incluso aéreas. Vimos acebos, camelios, palmeras (como dato curioso nos dijeron que no son plantas ni árboles, sino hierbas gigantes), nenúfares, ranas, peces, bambú de diferentes colores (verdes y negros, y próximamente incorporarán el azul).
Una paradita para tomarnos la merienda y seguimos adelante.
Recorrimos la zona de bosque, el criadero de nenúfares desde donde las ranas contemplan a los visitantes, la pagoda estilo asiático de casa abierta rodeada de plantas y que nos ofrece un aire misterioso, resultando uno de los espacios más singulares y por fin el invernadero, en el cual se encuentra el aula de formación. Allí fue donde como remate de la visita cada niño plantó en una maceta un ajo que se llevaron a casa para cuidar.
Salimos de allí para volver al colegio con nuevas energías y contentos por el día tan maravilloso que tuvimos y las cosas tan especiales que vimos.
Aunque también funciona como un invernadero de venta de plantas al público, su labor principal es la de jardín botánico, en el cual se cuidan y exponen numerosas plantas, arbustos, árboles... de distintas partes del mundo.
El recorrido por el jardín de Sales es una sorpresa detrás de otra por la variedad de plantas y espacios singulares, espacios que transmiten una intensa calidez y serenidad.
Es un "pequeño paraíso" en medio de la ciudad. Allí dentro parece que estás en otro país, en otro mundo, se respira paz, belleza y tranquilidad por todos sus rincones.
Llegamos y la monitora nos fue mostrando diferentes plantas y flores, de tierra, agua e incluso aéreas. Vimos acebos, camelios, palmeras (como dato curioso nos dijeron que no son plantas ni árboles, sino hierbas gigantes), nenúfares, ranas, peces, bambú de diferentes colores (verdes y negros, y próximamente incorporarán el azul).
Una paradita para tomarnos la merienda y seguimos adelante.
Recorrimos la zona de bosque, el criadero de nenúfares desde donde las ranas contemplan a los visitantes, la pagoda estilo asiático de casa abierta rodeada de plantas y que nos ofrece un aire misterioso, resultando uno de los espacios más singulares y por fin el invernadero, en el cual se encuentra el aula de formación. Allí fue donde como remate de la visita cada niño plantó en una maceta un ajo que se llevaron a casa para cuidar.
Salimos de allí para volver al colegio con nuevas energías y contentos por el día tan maravilloso que tuvimos y las cosas tan especiales que vimos.
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